Los textos reunidos en Otras inquisiciones tocan temas muy requeridos de Jorge Luis Borges: las relaciones entre espacio y tiempo, la previsión del futuro, la eternidad, el suicidio y la redención, el infinito, la lectgura cabalista de la Escritura, los nombres de Dios, el infierno, el panteísmo, la leyenda de Buda, el sabor de los heroico, la refutación del tiempo, etc. Completan el volumen ensayos sobre Quevedo, Coleridge, Cervantes, Nathaniel Hawthorne, Paul Valéry, Oscar Wilde, Chesterton, H. G. Wells, Franz Kafka, John Keats, Bernard Shaw y William Beckford.
miércoles, 20 de abril de 2011
martes, 19 de abril de 2011
Subcultura
¿Un libro sobre los punks o los mods puede estar salpicado de citas de Ferdinand de Saussure, Roland Barthes, Jean Genet, Louis Althusser o Karl Marx? Dick Hebdige se dedica a analizar en este libro las subculturas que surgieron de la música popular en el contexto de la clase trabajadora blanca de la posguerra, desde los "teddy boys" a los "mods", los "rockers", los "skinheads" y los "punks".
lunes, 18 de abril de 2011
El sistema de los objetos
El propósito del autor es analizar la relación que existe entre el consumo de los objetos en la sociedad moderna con los principios de la humanidad. Lo que pretende demostrar en este texto es que en las llamadas sociedades de consumo los objetos ya no se producen, ante todo, para dar satisfacción a las necesidades primordiales del hombre, ni tampoco a esas necesidades secundarias, pero no menos reales, de la comodidad, el esparcimiento, el lujo estético. Considera que estas tareas las puede cumplir con tal facilidad una moderna sociedad industrial superdesarrollada que por su dinamismo se volvería superflua si sólo tuviese como cometido la satisfacción de lo que el hombre real, natural y tradicionalmente, ha requerido para su existencia humana.
Extraído de:
viernes, 15 de abril de 2011
El proyecto Facebook
¿Qué es Proyecto Facebook?
Proyecto Facebook fue una experiencia de educación participativa.
¿Cuáles fueron sus objetivos?
Experimentar nuevas rutinas de aprendizaje y enseñanza, asentadas en la creación colaborativa, generar conocimiento de modo colaborativo entendiendo que la riqueza está en la participación, estimular el aprendizaje y el trabajo entre pares, hacer una producción colaborativa como cátedra, que exceda el ámbito de la cursada y que contribuya a la generación del conocimiento, estimular el desarrollo de habilidades técnicas y sociales básicas para participar en la sociedad contemporánea.
¿Cuándo surgió?
Se empezó a gestar a fines de 2008 y se implementó durante 2009, en dos ediciones, cada una correspondiente a un cuatrimestre.
¿Dónde?
Taller de Procesamiento de datos de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina (UBA).
¿Cuántas personas formaron parte de la experiencia?
Más de 250 personas.
Los resultados de la investigación sobre Facebook, el relato de la experiencia de construcción de un entorno abierto y colaborativo en educación y la mirada de expertos iberoamericanos se dan cita en este libro. Está editado por Ariel / Paidós, con el apoyo de Fundación Telefónica.
La condición de la posmodernidad
Lo mismo que Frederic Jameson en El giro cultural, David Harvey asume el materialismo histórico como perspectiva de análisis en busca de la condición histórico-geográfica de la posmodernidad. Pero no expone una concepción propia de la posmodernidad ni busca justificar la necesidad de ese concepto, sino que procura una evaluación polemizando con pensadores de la modernidad y la posmodernidad, desde C. Baudelaire, Marx y Nietzsche hasta Heidegger, Foucault o Lyotard.
Partiendo del concepto de Baudelaire: “La modernidad es lo efímero, lo veloz, lo contingente, una de las dos mitades del arte: la otra es lo eterno, lo inmutable”, Harvey instala en esa tensión la clave de los desarrollos de la modernidad, para concluir que “hay más continuidad que diferencia entre modernidad y posmodernidad”. En efecto, esta última sería una de las crisis de la modernidad cuya peculiaridad habría que buscar en la índole de la “compresión espacio-temporal” que la genera. Harvey se extiende en el análisis de los cambios en el régimen de acumulación del capitalismo a partir de los 70, del “fordismo” a la “acumulación flexible”, con las consiguientes transformaciones en las categorías de espacio y tiempo respecto de las de la Ilustración y el auge de la modernidad.
Esta crisis de la modernidad es asimilada a la del materialismo histórico, en cuya superación residiría la posibilidad de la renovación del proyecto ilustrado hacia el progreso y el bienestar.
Harvey destaca como aspecto “positivo y liberador” de la posmodernidad su contribución al reconocimiento de múltiples formas de “otredad” surgidas de las diferencias de “género, sexualidad, raza, clase, localizaciones y dislocaciones temporales”, pero deplora que “cierre el acceso de esas voces a fuentes universales de poder al guetificarlas”, ignorando las realidades de la economía política y el poder global.
Extraído de:
jueves, 14 de abril de 2011
The Matrix, o las dos caras de la perversión
Cuando vi The Matrix en un cine de barrio de Eslovenia, tuve la oportunidad única de sentarme al lado del espectador ideal para la película, es decir, de un idiota: un hombre que rozaba la treintena, sentado a mi derecha y, tan absorto en la película, que constantemente molestaba a los otros espectadores con exclamaciones como: «¡Dios, la realidad no existe!»... Sin duda prefiero esta ingenua inmersión en la película a las interpretaciones intelectualoides y pseudosofisticadas que proyectan sobre la ella refinados matices filosóficos o psicoanalíticos.
Sin embargo, no resulta difícil comprender la atracción que a nivel intelectual ejerce The Matrix: ¿No es una de esas películas que actúan como una especie de test de Rorschach, poniendo en marcha un proceso universal de identificación, como el proverbial retrato de Dios, que parece siempre estar mirándote directamente, lo mires desde dónde lo mires - una de esas películas en las que se sienten reflejadas casi todas las miradas? Mis amigos lacanianos me aseguran que los autores del guión deben haber leído a Lacan; los defensores de la Escuela de Frankfurt ven en la película una encarnación extrapolada de la Kulturindustrie, con el dominio directo de la Sustancia social (del Capital) alienada-reificada que coloniza nuestra vida interior y nos utiliza como fuente de energía; los defensores de la New Age ven en la película una fuente para especular sobre nuestro mundo como un espejismo generado por una Mente global encarnada en la World Wide Web. Esta serie de referencias nos remite a La República de Platón: ¿no calca The Matrix la imagen platónica de la cueva (seres humanos comunes como prisioneros férreamente atados a sus asientos y obligados a ser espectadores de una oscura representación de lo que (engañados) consideran que es la realidad? Una diferencia esencial entre la película y el texto platónico es, por supuesto, que cuando alguna persona se escapa de la cueva, y asciende a la superficie de la tierra, lo que encuentra ya no es la brillante superficie iluminada por los rayos de sol de antaño, el Bien supremo, sino el desolado «desierto de lo real». La principal dicotomía en este caso viene dada por las posturas de la Escuela de Frankfurt y de Lacan: ¿debemos historizar Matrix incorporándola a la metáfora del Capital que colonizó la cultura y la subjetividad, o estamos hablando de la reificación del orden simbólico en sí mismo? Sin embargo, ¿qué ocurre si la alternativa misma que planteamos es falsa? ¿Qué pasa si el carácter virtual del orden simbólico «en sí mismo» es la condición misma de la historicidad?
Ideología y aparatos ideológicos del Estado
En este texto Althusser rompe con la filosofía clásica alemana, cuyo máximo exponente era Hegel. Retoma el concepto de ideología de Marx del texto La ideología alemana . Y a partir de allí plantea su propio concepto de ideología, basado en la relación con la determinación de la base material en última instancia. Y también postula la acción de los aparatos de Estado, a saber: Aparato ideológico de Estado y Aparato Represivo de Estado.Para este autor, la “ideología es una ‘representación’ de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia”. Hay que tener en cuenta la función importante que opera la ideología dentro de la reproducción social, es decir la reproducción de la fuerza de trabajo y de las relaciones de producción. Según Althusser: “una reproducción de la sumisión (de los trabajadores) a las normas del orden establecido, es decir, una reproducción de la sumisión a la ideología que domina sobre los trabajadores y una reproducción de la capacidad de los agentes de la explotación y represión de manipular correctamente la ideología dominante... es por medio de las formas de la sujeción ideológica como puede preveerse la reproducción de las habilidades de la fuerza de trabajo”. Para el orden hegemónico, es fundamental el operar de la ideología dominante como conservadora de dicho orden y reproductora del mismo. La ideología, por medio del aparato ideológico de estado (escuela, familia, medios de comunicación, centros culturales, etc.), en caso de ser necesario, por medio del aparato represivo de estado, consigue casi plenamente cumplir con su función de reproducción del orden vigente, del status quo.Es evidente, entonces, que nunca puede ser lo económico sólo lo que determine las formas de lo ideológico. No siempre es necesariamente que median las relaciones sociales de producción dentro de una formación ideológica. Y a veces las ideologías no son propias de una clase social. En fin, respecto de las formas ideológicas dominantes que operan en el marco de la hegemonía, deben tenerse en cuenta muchos factores si se pretende analizar sus determinantes. Lo mismo va para aquellas formas ideológicas no dominantes dentro de la sociedad. A lo que pretendo llegar es a una visión de la ideología como un campo multidimensional y multideterminado.En esto también influye la retroalimentación o cooperación que pueda darse dentro de los aparatos ideológicos y represivos de Estado, que son quienes configuran y hacen efectiva, materializan y reproducen socialmente la ideología dominante.
El fin de la Historia
La polémica sobre el fin de la historia tiene como punto de partida la publicación por el politólogo Francis Fukuyama (Chicago, 1952) de un artículo bajo ese título, con interrogante, en la revista The National Interest, en el verano de 1989, seguido poco después en el libro El fin de la historia y el último hombre (1992). En vísperas del hundimiento del bloque comunista, Fukuyama pronostica el triunfo definitivo del liberalismo económico y político, una vez derrotados sucesivamente los totalitarismos fascistas y comunistas. En la estela de Hegel, la propuesta significa que una historia de dos siglos de enfrentamientos ha terminado y que una vez superados definitivamente el liberalismo sólo tropezará en lo sucesivo con enemigos menores, de origen nacionalista o religioso. El mundo desarrollado, al haber sido eliminadas las contiendas del pasado, será en consecuencia poshistórico, quedando la historia como rémora para aquellos países que siguen apresados en conflictos ideológicos, nacionales o religiosos. El conflicto principal puede surgir de la posible divergencia entre la evolución positiva de los sistemas sociales y políticos, con un punto de llegada bien preciso -"la democracia liberal constituye la mejor solución al problema humano"- y la evolución del pensamiento de la modernidad, cargado de confusión respecto de ese proceso. La insatisfacción no surgirá, piensa, del fracaso en alcanzar el bienestar, sino precisamente entre quienes lo han logrado. La tensión interna en las democracias liberales no procederá de la isothymia, el deseo a un reconocimiento igualitario, sino de la megalothymia, la ambición de destacar realzando el propio valor.
El error de la utopía liberal de Fukuyama consistió ante todo en suponer que esos dos mundos, el de la libertad y el de la historia, seguirán vías alejadas entre sí, con un escaso grado de interacción. Mientras en los años sesenta el economista W. Rostow describía la desigualdad apreciable en los procesos de modernización al modo de los aviones que realizan sucesivamente el despegue (take off) de una pista, Fukuyama adopta un enfoque más pesimista: unas carretas alcanzarán su destino, otras lo harán más tarde, otras pocas en fin no llegarán. Menosprecia la posibilidad de que los rezagados, envueltos en la miseria, conscientes de sufrir una creciente desigualdad, multipliquen los estallidos de protesta o planteen alternativas al feliz dominio de las democracias poshistóricas, y sobre todo la perspectiva de que la religión sirva, no sólo para suscitar conflictos locales, sino para apoyarse en el subdesarrollo y enfrentarse mediante el terror a escala mundial con la orientación. El sistema bipolar vigente en la última fase de "la historia" tenía un efecto estabilizador de todo conflicto por debajo del principal que enfrentaba a las potencias occidentales como el mundo comunista. Una vez desaparecido, la pretensión americana de implantar un "nuevo orden internacional" entró rápidamente en quiebra. La enorme superioridad tecnológica de la potencia que encarna, en sí y para sí, el triunfo de la democracia liberal, no sólo ha sido incapaz de controlar ambos tipos de alternativas, sino que con su imperialismo cargado de buena conciencia tras el 11-S ha contribuido a incrementar la inseguridad a escala mundial. Comienza otra historia y es significativo que el blanco de las críticas de Fukuyama sea hoy el pensamiento neoconservador de su país.
Antonio Elorza
Extraído de:
Antonio Elorza es catedrático de Historia del Pensamiento Político en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y autor de libros como Umma: el integrismo en el islam (Alianza) o Arcaísmo y modernidad. Pensamiento político en España, siglos XIX y XX (Alba).
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